Un equipo de investigadores de la Universidad de Las
Palmas de Gran Canaria y la
Universidad de Navarra establecen una relación peligrosa
entre la comida rápida y la depresión. ¿Qué opinas?
El estudio, que contó con cerca de 9000 participantes a lo
largo de 6 años, determina que cuanta más comida rápida (hamburguesas o pizzas)
se consume más cerca se está de caer en una depresión.
No es la primera vez que los científicos han encontrado una
relación entre la depresión y la comida rápida. En 2011 investigadores de la Universidad de
Maryland informaron de resultados similares en un estudio sobre las mujeres de
edad media.
En dicha investigación, las mujeres con síntomas depresivos
se alimentaban de comida rápida más a menudo que las mujeres que no tenían
síntomas de depresión.
Los científicos siguen investigando a fondo los efectos de
la ‘fast food’. Por un lado, un cuadro de depresión podría aumentar las
probabilidades de elegir un “drive-thru” ( ventanilla para que los clientes no
tengan ni que bajarse del coche para comprar su hamburguesa) en vez de comer en
el establecimiento.
Cuando se está deprimido, es complicado encontrar la motivación
y energía para llevar un estilo de vida saludable y cuidar de uno mismo.
Por otro lado, una dieta pobre podría aumentar el riesgo de
caer en una depresión. Muchos de estos platos son altos en grasas saturadas,
aquellas grasas insanas que aumentan los índices de colesterol “malo” y reducen
los niveles de colesterol “bueno”, aumentando el riesgo de padecer ataques
cardíacos y derrame cerebral.
Además, aquellas personas que basan su dieta en la comida
rápida podrían estar perdiéndose los efectos ‘protectores’ de alimentos más
saludables tales como las frutas, verduras, cereales integrales, frutos secos,
legumbres o pescado. Algunos de los nutrientes de estos alimentos podrían
ayudar contra una depresión, como por ejemplo los antioxidantes, el acido
fólico y el omega 3.
Viviendo deprisa
Finalmente, la depresión y la comida rápida podrían estar relacionadas a través de hábitos menos saludables en general. La mayoría de las personas que consumen habitualmente comida rápida tienen otras costumbres igual o más perjudiciales si cabe como llevar una vida sedentaria o trabajar demasiadas horas.
Los altos niveles de estrés junto con un estilo de vida que excluya el deporte pueden ayudar al riesgo de depresión.
Por último, coger una comida que se ha preparado en una línea de montaje y que ha estado esperando bajo una lámpara de calor parece deprimente en más de un sentido, ¿no crees?
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